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Renault Clio 2012 frente a Seat Ibiza y Peugeot 208

Jorge Arenas

Llega completamente renovado y dispuesto a arrasar. El Renault Clio 2012 es muy personalizable, tecnológico y ahorrador. Pero, sobre todo, le gusta hacer las cosas fáciles. Es momento de saber si el moderno Peugeot 208 y el siempre correcto Seat Ibiza pueden seguir su estela.

Motorizaciones comparadas:

Los del rombo se han puesto las pilas con el Renault Clio 2012. Han sabido tocar una serie de puntos clave para mejorarlo y situarlo bien arriba en su segmento y, a la vez, han mantenido ciertas virtudes que ya tenía y que no había motivo alguno para modificarlas. Tras esta primera toma de contacto me da la sensación de que solo se han dejado en el tintero darle un repaso a la habitabilidad interior para hacer de su utilitario un producto más redondo, pero es que está visto que es complicado dar en la diana con todo a la primera.

En este Clio casi todo es nuevo. Y lo que no, ha sido profundamente modificado. Por ejemplo, la plataforma, que comparte con la generación anterior, ahora es más ligera. El ahorro de peso total supera los 100 kilos, algo fundamental en un coche de última hornada que se cuelga la etiqueta de ecológico. Y la verdad es que la merece, porque sus niveles de consumo y emisiones son los más bajos de esta comparativa. El régimen de adelgazamiento es culpable de ello, pero también lo son su sistema Start-Stop de serie y la función ECO, que hacen del pequeño Renault un coche poco glotón. Los 3,6 litros oficiales cada 100 km parecían ciencia ficción, pero mi recorrido habitual de pruebas me ha revelado unos 4,4 litros reales en condiciones normales de uso, que siguen siendo casi de película.

Al contemplar el coche desde fuera, sobre todo su parte trasera, soy incapaz de reconocer las líneas de la marca. No me parece un Renault, pero me gusta. Esta ruptura en el apartado del diseño de la carrocería continúa en un interior moderno y que, además, ha sabido escuchar las quejas que muchos teníamos sobre el Clio anterior. Ya no es soso y gris, se le ha dado una vuelta y el resultado es bueno. Sin embargo, no ha perdido funcionalidad, más bien todo lo contrario. Es sencillo e intuitivo como ninguno de sus oponentes, no solo los de esta comparativa.

Pero como te decía al inicio, el nuevo Renault Clio no es perfecto. Para acercarse a ello, como mínimo, necesitaría unas plazas traseras más amplias. Y... ¿quiénes han venido a rivalizar con el recién llegado? Nada menos que el Peugeot 208, un jovenzuelo -porque apenas lleva meses en el mercado- que también sabe de reducción de peso, de sistemas de ahorro y de modernidad y tecnología como el que más. Al francés le secunda el Seat Ibiza, producto de nuestra tierra, que lleva décadas acompañándonos y que en cada generación se supera para situarse como una de las alternativas a tener realmente en cuenta. La deportividad es su mayor reclamo y, para colmo, lleva los genes del grupo VW. Sin embargo, es el más antiguo de la comparativa.

Esto le va a poner las cosas difíciles a la hora de luchar contra el Peugeot 208 y el Renault Clio, dos coches que han nacido para tocar el corazoncito de los jóvenes y no tan jóvenes de la generación smartphone.

Seat Ibiza. Toca renovarse

El Seat Ibiza es un coche que no decepciona. Bien hecho y más amplio que la media. Además, te permite disfrutar a sus mandos en mayor medida que sus rivales. Incluso con el TDI de 90 CV basta para divertirse en la carretera. A diferencia del Clio, el Seat sabe sacar partido a su generosa longitud para ofrecer un interior más capaz, algo que se nota especialmente en la fila trasera de asientos.

Sin embargo, cae hasta la tercera posición por una serie de motivos. El primero es que el tiempo no perdona y, tras unos años en el mercado, ya le cuesta competir (por ejemplo) en el apartado tecnológico. No hay rastro de las pantallas multifunción de sus rivales de esta prueba ni tampoco puede llevar navegador integrado en la consola. Por contra, su equipo de audio se maneja desde un sistema que a pesar de tener apariencia de sencillez, en realidad es complicado. También su consumo es más alto que el del Peugeot 208 y el Renault Clio -entre otras cosas porque no tiene Start-Stop- y su maletero no alcanza los 300 litros. Una vuelta de tuerca que le diera un interior más vistoso también le ayudaría a ganar unos puntos para ponerse al nivel de los últimos en llegar al segmento B. Los relevos generacionales son así: cuando llegan los nuevos le complican la tarea a los que ya llevan tiempo.

Peugeot 208. Menos por menos es más

En realidad, el Clio sigue la estela del 208, ya que el pequeño Peugeot fue el primero de este grupo en adoptar la filosofía de la reducción de peso como arma fundamental para luchar contra el consumo y las emisiones. Es de cajón que un coche más liviano necesita menos esfuerzo motriz para mantener la inercia. Así que se pusieron manos a la obra y crearon un sustituto del 207, menos pesado y de dimensiones más reducidas, al que dotaron de un sistema Start- Stop en las versiones e-HDI como la de esta prueba. 

Sobre lo de menguar en tamaño, esto ya es menos común. Lo normal es que cada nueva generación -en el segmento que sea- si acaso crezca. Pero la cosa ha salido bien, porque a pesar de ello el 208 es más grande por dentro que su antecesor. También la medida máxima de carga es generosa. En pocos utilitarios puedes meter una bici entera -sin desmontar- a la primera y sin perder los nervios.

De modernidad también sabe un rato y, a pesar de tener un diseño algo menos fino que el del rombo, transmite una sensación de calidad similar. El equipo de entretenimiento se maneja mediante una pantalla táctil parecida también a la del Clio, pero que responde un poco peor y es menos intuitiva. El HDI de 92 CV es el segundo más ahorrador de la prueba. Y sobre el tacto del chasis, se me ocurren más elogios que pegas. El coche pisa bien, es dinámico y la dirección -muy bien puesta a punto- se gobierna desde un volante pequeño y deportivo.

Renault Clio. Va de moderno...

...y lo es. El nuevo Clio viene definido por un deseo de ruptura total con la generación anterior. Si en calidad percibida ha ganado puntos, donde más lo ha hecho es en funcionalidad. Todos los que estamos acostumbrados a movernos a diario entre móviles de última generación, tablets y demás, sabemos manejar su equipo de entretenimiento a la primera. La pantalla táctil responde bien a los movimientos de los dedos y tiene un menú muy claro y sencillo.

El motor 1.5 dCi de 90 CV gusta por su respuesta y por los sistemas de ahorro que incorpora. En este Renault Clio 2012 ha mejorado un pelín el tacto del cambio -incluso los recorridos me han parecido más cortos, también el del pedal del embrague- y el de la dirección, que ahora es más precisa. Lo que menos convence es que por dentro sigue siendo de los más pequeños. Y eso, a pesar de que tiene uno de los maleteros más capaces de esta categoría.

Por cierto, mientras me documento sobre el Clio, leo que tiene un sistema opcional que te permite cambiar el sonido del motor que llega al interior a través de los altavoces. El coche de esta prueba no lo llevaba, pero al parecer puedes hacer que tu Clio suene a vehículo del futuro o a moto, entre otras cosas. A ver si nos estamos pasando de modernos...

Conclusión

Hay coches como el Volkswagen Golf, que cambian lo mínimo en cada nueva generación. Mantenerse casi iguales es la clave de su éxito en cada modelo que lanzan al mercado. En el caso del Clio pasa justo lo contrario: según por dónde lo mires no hay forma de reconocerlo como un Clio. Y, si me apuras, ni siquiera parece un Renault. El pequeño del rombo llega con cambios importantes, no solo en el apartado estético, y la mayoría o todos son bastante acertados.

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