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Comparativa: GTI, JCW y OPC, las siglas de la deportividad

Comparativa: GTI, JCW y OPC, las siglas de la deportividad
Nuestros tres protagonistas, el Mini John Cooper Works, Opel Corsa OPC y Peugeot 208 GTI lo tienen claro: buscan ofrecer las máximas sensaciones deportivas a escala reducida. ¿Cuál lo hace mejor? Lo sabrás muy pronto...

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Hay siglas que, con solo escucharlas, algo dentro de ti se estremece. ¡Imposible quedarse indiferente! Mini, Opel Corsa y Peugeot 208 saben bien de lo que hablo. Los tres ofrecen versiones hipervitaminadas capaces de entusiasmar a cualquiera que busque algo más que moverse simplemente por la ciudad. JCW, OPC y GTI son las siglas de la deportividad y representan la quintaesencia de unos modelos capaces de hacer vibrar hasta al más sieso de la fiesta.

Si hablamos de caballos, todos superan los 200, aunque el que más leña le echa al fuego es Mini con su motor de dos litros y 231 CV. Peugeot y Opel se contentan con bloques más pequeños de 1,6 litros. Eso sí, los tres recurren a la sobrealimentación para subir el pulso a sus respectivos conductores. Asociados a una caja manual de seis relaciones, ¿cuál de los tres es el más divertido? Para responder a la pregunta, me subo primero en el Corsa OPC. Nada más acomodarme en sus impresionantes bacquets me dan ganas de salir haciendo rueda y poner la radio a todo trapo. Los alemanes han dibujado un diseño muy atractivo en su Corsa más deportivo y eso va a gustar a los que buscan diferenciarse del resto. En su interior, el volante y las costuras en azul delatan a esta variante que, además, cuenta con un buen equipamiento de serie. 

En marcha rápidamente sale a relucir su durísimo chasis. Las suspensiones van a machacar tu espalda en los viajes largos, pero en las carreteras más reviradas vas a darle tu bendición porque hacen que el Corsa parezca viajar sobre raíles. El motor es voluntarioso a bajas vueltas, pero sufre un poco hasta llegar a la zona buena de par. Eso sí, una vez superadas las 2.200 rpm se convierte en un aluvión de sensaciones. El tren delantero se esfuerza para poder digerir toda la fuerza que le llega y si le añades el Pack Performance (incluye autoblocante mecánico) no te van a ver el pelo a la salida de las curvas. Sin duda, el OPC es un utilitario muy deportivo, con un carácter bastante radical y capaz de hacerte sentir mucha adrenalina.

Turno del Mini. Su motor es el más potente y eso le hace ser el más rápido en todas las mediciones. Lo mejor es que eso no le supone un mayor gasto de combustible que el Opel, que se lleva la palma si juegas en exceso con el acelerador (el Corsa es también el que más pesa). Su interior es el que más se exhibe, con un diseño fuera de lo común, mucha calidad y un equipamiento en el que no echarás nada en falta (en opciones, el Mini vapulea a sus dos contrincantes). Y ahora viene lo malo: tanto en su fila trasera como en la capacidad de maletero, el inglés no tiene cómo defenderse, sobre todo contra el Corsa, el único que supera los cuatro metros de longitud y tiene una mejor habitabilidad trasera. 

En marcha, el Mini me ofrece sentimientos encontrados: es el que más corre y su motor suena de maravilla, pero cuando se trata de avivar el ritmo sale a relucir un molesto subviraje que te corta la diversión de golpe. Es como estar en un concierto de U2 y que en el momento más álgido de la noche al gran Bono se le olvide la letra. A todo esto, el rozar casi los 32.000 euros tampoco le ayuda, así que el Mini por el momento se queda por detrás...

Me falta el 208. A priori es el menos espectacular en cuanto a estética, una sensación que se traslada al interior y que continúa con el motor al ralentí. ¿De verdad es un GTI? Apenas suena... Lo que pasa es que el Peugeot pasa desapercibido hasta que hundes el acelerador. Entonces es cuando te sorprende con unas aptitudes atléticas de primer orden. Todo pasa por adaptarte al tacto de su pequeño volante y sentir que el límite de adherencia del tren delantero queda más lejos de lo que cabría imaginar. El motor, que parecía dormido al ralentí, despierta como una bestia en cuanto te acercas a las 2.000 vueltas y sigue empujando de una forma tan lineal como contundente hasta el corte. 

El chasis ofrece un punto dulce con el que es capaz de afrontar apoyos fuertes de una forma supereficaz y, a la vez, no destrozarte los riñones. Su cambio manual es más suave que el del Mini y más directo que el del Corsa y los frenos muerden con absoluta eficacia. Al final, el 208 es el que se lleva el gato al agua: ofrece básicamente las mismas sensaciones que Mini y Opel, pero a un precio más asequible y eso también suma para hacerse con el primer puesto.

Conclusión: El 208 gana por su poderoso equilibrio 

Reconozco que pensaba que nuestros protagonistas iban a ofrecerme un carácter muy similar: altas prestaciones, suspensiones duras, consumos altos y poca practicidad. Pero nada más lejos de la realidad. El que más se ha acercado a ese estereotipo ha sido el Corsa, sin duda el más radical. El Mini, por su parte, se aleja más de ese escenario, pero no hay quien le gane en calidad ni en imagen. Al final el más listo ha sido el Peugeot, que ha sabido mezclar lo mejor de sus dos contrincantes y ser un producto divertido, útil y más asequible.


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