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Comparativa: Audi TT/Abarth 124 Spider/Mustang Convertible

Tres cabrios deportivos con tres personalidades muy diferentes. En esta comparativa del Audi TT vs Abarth 124 Spider vs Ford Mustang Convertible, demostramos que rodara cielo abierto se puede hacer de muchas maneras, pero con un denominador común: en disfrute máximo.

Empieza la sesión del destape. Todos nos morimos por un cabrio deportivo, la pregunta es: ¿Están al alcance de todos? Nosotros hemos elegido a tres en torno a los 40.000 euros, y los hemos enfrentado. Comparativa: Audi TT vs Abarth 124 Spider y Ford Mustang Convertible.

El Abarth 124 Spider es el clásico roadster pequeño y ligero, aunque sea 16 centímetros más largo y 56 kilos más pesado que el Mazda MX-5, con el que comparte plataforma. El Audi TT Roadster también lleva el concepto roadster al límite, con solo 1,4 toneladas de peso y tracción delantera nos recuerda a, digamos, un Austin Haley, aunque al mismo tiempo está tan lejos de este modelo como Reino Unido de Europa.

El Ford Mustang Convertible tiene casi 4,80 metros de largo y más de 1,90 de ancho, con 1,7 toneladas. Es, digamos, otra cosa. Este imponente cabrio monta un 2,3 litros de cuatro cilindros con 317 CV y 432 Nm, basado en el del Ford Focus RS. El agujero del turbo apenas se percibe, empuja con ganas y entre las 4.500 y 6.000 vueltas despliega todo su temperamento. El cambio manual, preciso y de recorridos cortos, aporta mucha diversión, y acelera que da gusto, siempre con una gran reserva de fuerza. Los ingenieros se han empleado a fondo en diseñar un sonido que resulta artificial: es deportivo, pero frente a su hermano mayor V8, que sería Johnny Cash, se queda en Justin Bieber.

VIDEO: El Abarth 124 Spider, en vivo

El Abarth es el Eros Ramazzoti de esta comparativa. Aúlla con ganas, aunque en no llega a poner los pelos de punta. Eso sí: su sonido es siempre deportivo y atractivo, expelido por sus cuatro escapes. Por suerte, hereda la caja del cambio del MX-5: recorridos cortos, increíblemente exactos, un tacto siempre firme... Manejarlo es una auténtica delicia. 

Por desgracia, el motor de 1,4 litros no es lo impetuoso que esperábamos. Solo muestra garra a partir de las 2.500 vueltas, ahí sí que empieza a empujar con fuerza, pero enseguida vuelve a amilanarse. Y es que esta mecánica de 170 CV (hay otra versión de 190) pierde fuelle en la zona alta del cuentavueltas. Por eso, en un roadster tan ágil como este, se echa en falta más 'punch' bajo el capó.

En el 0 a 100 km/h un MX-5 2.0 le rasca una décima, y un segundo al llegar a 180. Pero gracias a su turbo, eso sí, en cuarta y quinta le saca un segundo al Mazda a la hora de recuperar. 

Y después de Bieber y Ramazzotti, pasamos a Kraftwerk: el AudiTT Roadster 2.0 TFSI de 230 CV. El sonido que sale por su escape es una composición perfecta. Tal vez demasiado. Lo conducimos con el pie derecho a fondo por autovías alemanas, y con la capota cerrada, ni siquiera a 250 km/h el ruido aerodinámico entra mucho en el interior. La dirección, directa y comunicativa, permite mantener la trayectoria con fidelidad, y el chasis es inesperadamente confortable. Los asientos rayan la perfección, por agarre y comodidad. La ergonomía y los excelentes acabados del interior, redondean el conjunto. 

Aunque sea un tracción delantera, solo requiere 6,1 segundos para pasar de 0 a 100 km/h, y mantiene el tipo frente al Mustang hasta los 180 km/h, aunque sea menos potente. No es perfecto, claro: en asfalto mojado uno echa de menos la tracción quattro al arrancar, y es que, aun con el cambio de doble embrague, cuesta que no deslicen las ruedas. 

Una vez lanzado, el comportamiento del TT es preciso y neutral, y solo los menos avezados caerán en el subviraje o harán trabajar al ESP más de la cuenta. El agarre y la velocidad de paso por curva son realmente elevados. 

El Abarth es otro mundo. Menea la zaga casi en cada curva, eso sí, con un grip de sus Bridgestone considerable. Por eso en carreteras reviradas el ESP parpadea con ahínco, mientras el Audi se pierde en el horizonte y el Mustang brama detrás.

Eso sí: si rodamos por carreteras lo suficientemente anchas, el Ford empuja con mucha fuerza, subvira suavemente y es muy controlable. Gracias a su precisa dirección, este coche de grandes dimensiones es incluso ágil, y al mismo tiempo, bastante confortable. 

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