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Audi A1 contra Mini Cooper S, rivales por naturaleza

Desde que el Audi A1 más potente pareció en los concesionarios, el duelo con el Mini Cooper S estaba en la mente de todos. No te desvelaré nada, pero sí te diré que la marca de los aros ha golpeado directamente a la línea de flotación de Mini.

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Apenas se conocen, pero ya son enemigos íntimos. El Audi A1 TFSI se enfrenta por primera vez al Mini Cooper S. Advierto: a los incondicionales de Mini este cara a cara les va a escocer un poco.

El Audi A1 es 225 mm más largo, 57 más ancho y 9 más alto que el Mini Cooper S. No son grandes diferencias pero se notan en el interior. No ya en las plazas traseras, donde hay notables contrastes en anchura y espacio para las rodillas, sino también en el volumen del maletero. Cierto que en coches de este tipo pocas serán las veces que tengas que subir a gente detrás, pero seguro que sí vas a echar en falta más hueco para las maletas cuando te vayas de escapada. Ahí, el Mini Cooper S te deja literalmente deprimido.

Con 160 litros de capacidad, te recomiendo que antes de meter el equipaje te eches unas partidas al Tetris para ir cogiendo soltura: son 110 litros menos que el A1, y 240 si pliegas los asientos. En nuestra tabla de valoración todo esto cuenta, y le otorga al Audi A1 unos valiosos puntos con los que empieza a coger distancia con respecto al Mini. ¿Quieres más razones? Te las doy: el coqueto A1 luce la calidad, los ajustes y el mismo buen hacer del resto de la gama de los cuatro aros.

Mini, por su parte, delega la parte mecánica a un 1.6 turbo que cuenta con la misma potencia y va asociado a un cambio manual de seis relaciones tan preciso como rápido (olvídate de la transmisión automática porque no es ni la sombra del A1). En cuanto a prestaciones hay una igualdad máxima, con mínimas diferencias de solo décimas en el peor de los casos. Con el pie a fondo en marchas cortas, ambos se las ven y se las desean para trasladar toda la potencia al asfalto. De hecho, lo normal es que las ruedas pierdan la batalla y dejen dibujada una línea negra sobre la carretera.

En el Mini Cooper S esto supone, además, una sobredosis de nerviosismo en la dirección que no aparece en el Audi. Ambos están hechos para disfrutar al volante. Su corta batalla les hace tremendamente ágiles en una carretera de montaña y las suspensiones, firmes y bien taradas, te permiten apoyos fuertes, con una trasera que se insinúa a la mínima (más en el Mini) y te ayuda a redondear los giros antes de volver a dar gas a fondo. Luego, a la hora de detener tus excesos, los dos cuentan con unos frenos bastante eficaces que trabajan bien en los primeros momentos, pero que se muestran muy sensibles a la fatiga. Recomendación: no te pases de optimista. ¿Precios? Sin duda, los dos son caros, pero es lo que tiene querer contar con dos de los utilitarios más exclusivos del momento.

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