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Ruedas de invierno en nieve, como pez en el agua

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Febrero se ha empeñado en hacer aún más duro el invierno: varias nevadas seguidas en el norte han llegado a colapsar algunas de las vías principales del País Vasco.

Seis menos diez de la mañana. Suena el despertador y desde la radio anuncian serios problemas en las carreteras de Cantabria, Vizcaya y Álava. Tengo que confesar que, a pesar de todo lo que me gusta conducir, esa mañana en concreto, el viento y granizo que azotaba la ventana de la habitación me ponía un nudo en el estómago, pensando en que tenía que subir a Vitoria en esas condiciones.

Ruedas de invierno en nieve salpcadero

Un café bien cargado y ‘al lío’. Depósito lleno y cadenas en el maletero: siempre las llevo en invierno ‘por si las moscas’. No hicieron falta, y no precisamente porque la carretera no lo necesitase, sino porque los neumáticos de invierno se encuentran en estas circunstancias como pez en el agua.

Hasta Bilbao, por la A8, el granizo que se acumulaba en la carretera permitía circular a todo tipo de vehículos, aunque con bastantes dificultades. Una vez en la entrada del peaje de la AP 68, la autopista que une Bilbao y Vitoria, la Ertzaintza se encontraba cortando el tráfico a camiones, autobuses y turismos que no llevasen cadenas o neumáticos de invierno. Las máquinas quitanieves no daban de sí ante semejante nevada. Poco a poco nos dejan pasar: en mi caso, el agente miró las ruedas y con un gesto me indicó que continuase.

Ya metidos en harina, o por lo menos era blanco lo que cubría la carretera, poco a poco voy quitándome el miedo y me quedo sorprendido por la tracción que tiene el coche. Con la carretera blanca, por el carril derecho los coches circulaban en fila india... Con la confianza que dan los neumáticos, marco intermitente y a adelantar. ¡En plena nevada!

ruedas de invierno en nieve

No es temeridad, es que el coche no se mueve, no patina y para que pierda tracción hay que pisar a fondo. Todos los que hemos conducido en nieve o granizo sabemos que a una insinuación de pedal del gas, el coche patina y las frenadas son delicadísimas. Pues con los Bridgestone Blizzak LM-32 no. El coche tracciona y sientes la aceleración pisando con contundencia. La dirección obedece y las frenadas sorprenden. No hay que confundirse, no es como ir sobre seco, ni mucho menos, pero yo me he quedado muy sorprendido. Por el carril izquierdo nos juntamos unos cuantos coches a buen ritmo teniendo en cuenta las circunstancias. Casi todos eran todoterreno, y delante un taxi Mercedes que, por el ritmo, imagino que también iba equipado con ruedas de invierno.

Ya por el centro de Vitoria, con las calles llenas de nieve, el transporte público no funcionaba. Era bastante complicado circular por la altura de nieve que había. Al llegar al trabajo, mi temor era no superar la pronunciada rampa de descenso al garaje. Ningún problema. En primera y despacio no hubo ninguna insinuación de patinar.

Ruedas de invierno en nieve salpicadero 2

Después de varios días en las mismas circunstancias atmosféricas, las sensaciones que me han transmitido los Bridgestone Blizzak LM-32 han sido muy buenas. He comprobado que con agua y carreteras frías de montaña, estas ruedas van francamente bien, pero es en nieve donde se ve ‘la casta al galgo’.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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