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Pregúntate qué puedes hacer tú por la seguridad vial

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Afirma Emilio Duró, el nuevo gurú del optimismo y la ilusión, que para que se haga realidad aquello que deseamos basta con que centremos nuestra mente en ello. Una vuelta de tuerca de lo que propugnaba Paulo Coelho en El alquimista ("si deseamos algo con todas nuestras fuerzas, el Universo conspira para que se haga realidad"). Pues bien, por mucho que yo deseé anteayer que un maldito perro eligiera otro lugar para vaciar su repleta vejiga, el muy lebrel fue directo a la rueda derecha trasera de mi coche y depositó allí sus restos biológicos.

Lo peor fue comprobar que el dueño del susodicho perro, dado que fue incapaz de evitar el desahogo perruno en mi coche, ni siquiera reprendió al maldito chucho. Es cierto que podría haberme acercado al amo y cantarle las cuarenta, pero no estaba en mi ánimo acrecentar mi reputación de cascarrabias. Total, ¿qué iba a conseguir? Efectivamente: nada. Menté –para mis adentros, pues quería evitar que me pusieran la cara como un cromo– a los ancestros del amo, recé para que las pulgas devoraran a ese perro y me planteé incitar a mi mascota a que contraatacara con su arma. Pero mi perro está bien educado... Y esa es la clave para esto y lo demás: la educación. A lo que añado otro concepto fundamental: el respeto.

Ni educación ni respeto he visto este fin de semana largo en la carretera en lo que a distancia de seguridad se refiere. Fue ciertamente curioso ver cómo todo el mundo pasaba literalmente de las nuevas señales de referencia para este fin, los llamados galones. Un servidor, tonto por respetar la distancia de seguridad, tuvo la desgracia de comprobar cómo cada vez que abría el hueco, se colaba un aguililla que, además de hacerme frenar, iba comiéndole literalmente el culo al coche de delante. ¿Nadie se ha planteado lo que puede ocurrir si el vehículo precedente frena de golpe? No, siempre pensamos que esas cosas no nos van a ocurrir a nosotros.

Algunas veces pienso que muchos de los accidentes evitables son responsabilidad nuestra por acción u omisión. En la parte activa, por falta de educación y respeto, y por omisión, porque no hacemos nada cuando somos testigos de la tropelía de un conductor temerario. Pensamos: "para eso ya está la Guardia Civil, los Mossos o la Ertzaintza". Y sin embargo es mucho lo que nosotros podemos hacer en favor de la seguridad vial, no solo respetando las normas al volante, sino también evitando que alguien conduzca en estado claro de embriaguez o incluso denunciando a aquel que pone en peligro la integridad de los demás.

Una de las cosas que más me llamó la atención cuando visité Tokio –además del choque cultural- fue la ausencia de papeleras o contenedores de basura. Me hacía cruces cómo, a pesar de ello, la ciudad fuera un ejemplo mundial de limpieza. Un japonés me aclaró que al desaparecer las papeleras se evitaba el fomento de acumulación de basura. ¿Y qué hacían con los posibles restos que generados en plena calle? Se tiraban en casa.

Es muy probable que en España este ejercicio de limpieza terminara en fracaso, pero quizá sea interesante probar qué pasa si por una vez nos convertimos en sujetos activos en favor de la seguridad vial. A lo mejor nos llevamos una grata sorpresa... Yo voy a intentarlo. ¿Te animas?

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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