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Farruquito: el muerto al hoyo y el vivo al bollo

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A mi madre se le quedó grabada hace décadas aquella famosa frase que gritaba con rabia Scarlett O'Hara en Lo que el viento se llevó (y el culo aguantó): "A Dios pongo por testigo que nunca volveré a pasar hambre". A un servidor, con una decreciente materia gris, le llegó al corazón lo que soltó un personaje de la serie Cuéntame: "España y yo somos así".

Efectivamente, España y yo, y millones de españoles somos así, una extraña raza. La verdad es que algunas veces se me cae la cara de vergüenza cuando veo a personajes como la televisiva Ana Rosa Quintana que, para quien tenga memoria de pez y no lo recuerde, plagió un libro –que había escrito su ex cuñado, un negro literario– y ahí la tienes todas las mañanas, dando lecciones de ética a propios y extraños y, lo más grave, ¡España la quiere!

En un país serio de la UE, es decir, cualquiera menos España, Ana Rosa Quintana sería un personaje desacreditado. Aquí, en Carpetovetonia, es ¡una líder de opinión! Y todavía nos rasgamos las vestiduras por cómo está España

Pero el colmo de los colmos, y que ha colmado el vaso de mi paciencia, ha sido el último espacio hagiográfico que le ha dedicado una cadena de televisión a Juan Manuel Fernández Montoya, Farruquito, un bailaor que ha tocado el Cielo con su arte, pero que se puso a la altura del betún cuando hace unos años, sin estar en posesión del carné de conducir, atropelló y mató a un peatón, se dio a la fuga, guardó silencio durante semanas y, para mayor escarnio, quiso pasarle el marrón a un familiar suyo menor de edad para irse de rositas. ¡Todo un ejemplo para las nuevas generaciones, sí señor!

No niego que un accidente lo puede tener cualquiera, yo el primero. Pero clama al Cielo que después de demostrar su altura moral tenga la desfachatez de afirmar ante las cámaras en el citado programa hagiográfico que se dio a la fuga y dejó tirado a ese viandante porque: "la gente no sabe que había una familia que dependía de mí". No comment!

Me imagino la cara de póker que se le habrá quedado a la viuda de ese viandante después de ver a Farruquito pasándolo en grande, de juerga en juerga, con su familia, ganando dinero, mucho dinero, y convertido en un mártir de los payos por ser gitano… Un mártir que conduce un Mercedes y lleva a sus compadres atrás, sin el cinturón de seguridad abrochado.

Una vez más, se demuestra cuánta razón tenían los antiguos cuando decían "el muerto al hoyo y el vivo al bollo". Y que España es tan así, que se jalea a quien no se lo merece. Así nos va…

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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