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De la Rosa: Triste, pero no injusto

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Carlos Flores

El rumor surgió en Monza, y tardó poco en concretarse. Nick Heidfeld sustituiría a Pedro Martínez de la Rosa a partir del GP de Singapur. Mi primera sensación fue de extrañeza. ¿Qué sentido tiene, a cinco carreras del final, con el desarrollo del coche prácticamente acabado, sustituir a un piloto veterano, contratado principalmente por lo que podía aportar en el aspecto técnico, por otro algo menos talludito –tampoco mucho- cuyo mayor logro es ser el piloto que más puntos y podios ha sumado sin haber llegado jamás a ganar un Gran Premio?

La única explicación que pude encontrar es la económica; que Heidfeld haya apoquinado a Sauber –cuyo coche ha estado prácticamente limpio de pegatinas todo el año- el dinero que le haya pagado Pirelli por haber estado probando sus neumáticos. Sea como fuere, me temo que este es el final para Pedro. En el comunicado, asegura que su intención es seguir en la Fórmula 1 en 2011. Lo veo lógico: a nadie le gusta que le retiren. Pero creo que él será el primero en reconocer que los logros que no pudo conseguir en su día ya no volverán a estar a su alcance.

Mucho me alegré cuando Pedro se hizo con el volante en Sauber para esta temporada. Después de tantos años como probador, era de justicia que pudiera tener la ocasión de despedirse haciendo lo que más llena a cualquier piloto, competir. Catorce carreras después, el balance no es malo (no ha hecho un Badoer, como algunos creían). Pero tampoco es para tirar cohetes. Y no nos engañemos, son los resultados los que mandan. Siempre ha sido así. En ese sentido, el marcador no puede ser más desfavorable. Kobayashi 21, De la Rosa 6. Por h o por b, Pedro, que en calificación no ha desmerecido frente a su compañero (empate a siete en ese apartado) no ha podido concretar en carrera las ocasiones que sí ha sabido aprovechar el japonés.

Esto no es nuevo. En el año 2000, Pedro perdió dos podios, uno en Austria por una avería, otro en Alemania por una salida de pista a poco del final. De haberlos concretado, su carrera podría haber dado un vuelco, pero lo que se encontró fue la patada de Arrows para hacer sitio a Bernoldi y su dinero de Red Bull y dos años para olvidar en Jaguar. Aquel fallido proyecto de Ferrari a la inglesa le acabó de hundir. No fue culpa suya que los coches fueran un desastre, pero si al menos hubiera conseguido más resultados que Irvine, podría haber eludido un futuro de piloto de pruebas. No fue el caso.

Tampoco cuando sustituyó a Montoya en McLaren durante 2006 puede decirse que sus resultados fueran espectaculares, dejando aparte aquel podio de Hungría en una carrera loca. Lo que acabó de perpetuar la imagen de un buen piloto, serio, profesional, de gran capacidad técnica, pero que en velocidad pura no llegaba al nivel de los mejores. En honor a la verdad, ese ha sido el caso también en 2010. Creo que nadie podía pensar que Pedro había hecho lo necesario para ser renovado, y podía darse por hecho que Abu Dhabi sería su última carrera. Se puede discutir si Peter Sauber ha sido más o menos elegante al no permitirle acabar el año, pero, en última instancia, no puede hablarse de injusticia. Y menos en un mundo, el de la Fórmula 1, que alguien bautizó como 'El club de las pirañas’.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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